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EL GATO CON BOTAS.

¡Hola, amiguitos! Soy Paula. Os voy a contar el cuento de “El gato con botas”. Escuchad!

Érase una vez un viejo molinero que tenía tres hijos. Acercándose la hora de su muerte hizo llamar a sus tres hijos.
- Mirad, quiero repartiros lo poco que tengo antes de irme.

Al mayor le dejó el molino, al mediano le dejó el burro y al más pequeñito le dejó lo último que le quedaba, el gato. Cuando el padre murió los dos hermanos mayores se dedicaron a explotar su herencia, mientras el más pequeño cogió unas de las botas que tenía su padre, se las puso al gato y ambos se fueron a recorrer el mundo.

En el camino se sentaron a descansar. Mientras el amo dormía, el gato le quitó una bolsa, la llenó de hierba y dejó la bolsa abierta. En ese momento se acercó un conejo impresionado por el color verde de la hierba y se metió dentro de la bolsa. El gato tiró de la cuerda y el conejo quedó atrapado en la bolsa. Se la hecho a cuestas y se dirigió hacia palacio para entregársela al rey.
- Vengo de parte de mi amo, el marqués Carrabás, que le manda este obsequio.

El rey muy agradecido aceptó la ofrenda.

Un día, el rey decidió hacer una fiesta en palacio, el gato con botas se enteró y se le ocurrió una idea.
- ¡Amo, Amo! Sé cómo podemos mejorar nuestras vidas. Tú solo sigue mis instrucciones.

El amo no entendía muy bien lo que el gato le pedía, pero no tenía nada que perder, así que aceptó.
- ¡Rápido, Amo! Quítese la ropa y métase en el río.

Se acercaban carruajes reales, era el rey y su hija. Cuando se acercaban el gato chilló:
- ¡Socorro! ¡Socorro! ¡El marqués de Carrabás se ahoga! ¡Ayuda!

El rey atraído por los chillidos del gato se acercó a ver lo que pasaba. La princesa se quedó asombrada de la belleza del marqués de Carrabás. Se vistió con ropas del rey y se subió a la carroza.
El gato con botas, adelantándose siempre a las cosas, corrió a los campos del pueblo y pidió a las gentes que dijeran al rey que los campos eran del marqués y así ocurrió. Y después dijo:
- Lo único que le falta a mi amo es un castillo.

Así que se acordó del castillo del ogro y fue hacia allí.
- ¡Señor Ogro!, me he enterado de los poderes que usted tiene, pero yo no me lo creo así que he venido a ver si es verdad.

El ogro enfurecido por la incredulidad del gato, cogió aire y ¡zás! se convirtió en un feroz león.
- Muy bien, pero eso es fácil, porque tú eres tan grande como un león. Pero, ¿a que no puedes convertirte en algo pequeño? En una mosca, o mejor en un ratón.

El ogro sopló y se convirtió en un pequeño ratón y entonces ¡zás! el gato se abalanzó sobre él y se lo comió. En ese instante escuchó acercarse las carrozas y salió a la puerta a recibir a su amo:
- ¡Amo, Amo! Vamos, entrad.

El rey quedó maravillado de todas las posesiones del marqués y le propuso que se casara con su hija y compartieran reinos. Él aceptó y desde entonces tanto el gato como el marqués vivieron felices y comieron perdices.



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